CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Los dos principales cárteles del narcotráfico de México llevan desde hace tiempo su letal rivalidad allá donde van a medida que se expanden a mercados lejanos, desde Asia a Australia y África, pero nunca antes con la intensidad de la violencia callejera y una declaración presidencial de estado de “conflicto armado interno” como las ocurridas esta semana en Ecuador.

Pistoleros de una banda ecuatoriana que se cree que es afín al cártel Jalisco Nueva Generación irrumpieron en una televisora durante una emisión en vivo y mostraron explosivos. Por su parte, un grupo rival que estaría respaldado por el cártel de Sinaloa hizo un llamado a la paz en un comunicado emitido aparentemente desde la Ciudad de México.

¿Pero por qué están los cárteles mexicanos en Ecuador? Por la ubicación. Y por las bananas.

Ecuador es atractivo como punto de partida de la droga por su ubicación entre los dos principales productores de cocaína: Colombia y Perú. Ecuador se ha visto azotado por la pobreza, por la pandemia del COVID-19, por la debilidad de sus fuerzas de seguridad y por la corrupción, pero también tiene un importante, y legítimo, comercio exterior.

“Hay una confluencia de factores y, sí, están las bananas, una enorme cantidad de contenedores y establecimientos y tapaderas para el contrabando por todo el mundo, en Europa, desde Europa a Turquía y a otras partes del mundo”, dijo Vanda Felbab-Brown, investigadora principal del Centro Strobe Talbott para Seguridad, Estrategia y Tecnología del Instituto Brookings.

En unos pocos años, según los expertos, la experiencia y el músculo de los cárteles mexicanos han convertido Ecuador en el puerto de embarque de casi un tercio de toda la cocaína que entra a Europa.

Según un reporte de 2023 de la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas, “la proporción de cocaína reportada a la Oficina Regional de Inteligencia de Europa Occidental con Ecuador identificado como punto de partida subió del 14% en 2018 al 29% en 2020 y al 28% en 2021”.

Gran parte de la cocaína estaba vinculada a los cárteles mexicanos, que se trasladaron a países productores como Colombia luego de los acuerdos de paz firmados allí en 2016 con los rebeldes izquierdistas. Los campos de hoja de coca colombianos se han acercado cada vez más a la frontera con Ecuador debido a la fragmentación de los grupos criminales tras la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ese mismo año.

En México, desde donde los cárteles envían principalmente fentanilo y metanfetamina a Estados Unidos, la batalla entre Sinaloa y Jalisco ha provocado una persistente ola de violencia que dura ya una década.

Algo parecido puede verse en Ecuador, pero a un ritmo sorprendentemente rápido. La tasa de homicidios en el país se disparó desde alrededor de seis por cada 100.000 habitantes en 2016 — comparable a la de Estados Unidos — a unos 40 por cada 100.000 el año pasado.

El modelo de negocio de los cárteles mexicanos en el extranjero es prácticamente una copia del local: asegurar el control de una zona reclutando a bandas locales con ofertas de armas y dinero en efectivo. Después, luchar sin piedad contra el cártel rival por el control del territorio.

“El cártel de Jalisco o el de Sinaloa insisten en que los grupos criminales locales elijan entre ellos, que o se está con uno o con el otro, y actúan con violencia contra los grupos rivales que eligen otra opción”, apuntó Felbab-Brown.